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lunes, 7 de enero de 2013

EL COSTO DE LAS MEJORES NOTAS

 


A 74 años de su desaparición  parece que el tiempo, en lugar haberlo hecho olvidar, lo llevó a la inmortalidad. Para la gran mayoría su legado hizo que la historia musical tomara un rumbo que definitivamente no podía ser concebido para su época y mucho menos que llegara a trascender con la fuerza con la que ahora es conocido.

La vida y habilidades de algunos grandes músicos tienen como trasfondo leyendas que explicarían porque llegaron a estar en ese firmamento de estrellas elegido solo para unos pocos.

Estas leyendas han sido parte esencial de muchos y han logrado, en muchos casos, ser el trampolín para el éxito aunque el valor real del personaje  no se vea  reflejado tras la leyenda.  Pero este no es el caso nos ocupa en esta ocasión, sino por el contrario, aquí la leyenda es respaldada por un completo, complejo y elaborado  sistema de ejecución  del  personaje.

Sin lugar a dudas ya se habrán dado cuenta de a quién nos referimos pues este es el caso de uno de los mejores guitarritas y cantante de blues de todos los tiempos, cuya leyenda nos habla de alguien que efectúa un pacto con las fuerzas ocultas y demoniacas vendiendo su alma a cambio de tocar la guitarra como nadie antes había imaginado.




LA HISTORIA



Robert LeRoy Johnson nació en 1911 en Hazlehurst, al sur del estado de Missisipi, nació fruto de una relación esporádica, y Robert tardó años en saber su verdadero apellido. Fue el undécimo hermano de una familia negra en una época y lugar muy complicados para alguien de color.

La música comenzó a atraerle a una edad temprana y comenzó a tocar la guitarra y la armónica y a faltar a la escuela, y un problema de la vista fue excusa para que abandonara las clases definitivamente y se centrara en la música, en la que era más bien mediocre, por lo que  quienes lo conocieron en ese entonces le sugirieron que ocupara su tiempo en otra actividad pues no tenia lo necesario para destacar.

Decepcionado de su situación y con la firme ambición  de llegar a ser el conocido por su pasión musical, Robert Johnson emprende una búsqueda hacia lo que jamás pensó podría alcanzar.

 A ciencia cierta, se dijo en aquel entonces que  no existió  ninguna prueba de a donde se dirigió, pero lo que es un hecho es que en 1931 abandono Robinsonville de forma inesperada y misteriosa y un año después a su regreso, una extraordinaria magia acompañaba  sus manos al momento de tocar.  Hay quienes aseguran  fue al  mismísimo demonio al que había encarado para adquirir tan fascinante estilo musical e incluso su antiguo mentor Son House llego a exclamar, ante la soberbia prodigiosidad adquirida: “Ha vendido su alma al diablo para tocar así”.

Lo cierto –aun que no es muy placentero oír para quienes gustan de este tipo de leyendas- es que en realidad Robert Johnson había estado en una localidad cercana, perfeccionando su técnica junto a otro bluesman reputado de la zona, Tommy Johnson; pero ante su aprendizaje y la gran habilidad adquirida no falto quien apoyara la leyenda del cruce de caminos.



LA LEYENDA



Como se dijo al principio las leyendas suelen ser parte esencial de muchos y para la época en la que Robert Johnson vivió, no pudo faltar un mejor momento pues se conocía de la fascinante leyenda que en los cruces de caminos el Demonio instala su mercadillo de destrezas musicales y por el módico precio de un alma te enseña a hacer llorar a tu guitarra hasta que se ilumine con fuego.




La rica mitología del sur de los Estados Unidos en esos años de depresión explicó el fenómeno de la siguiente manera: “En una noche de luna llena, cuando sonaron las 12 campanadas de medianoche, Johnson vendió su alma al diablo en el cruce de la autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Misisipi). A cambio, Lucifer le entregó el don de interpretar el blues mejor que nadie”.

Este mítico relato no pudo haber llegado en un mejor momento pues a quien le preguntaran,  la respuesta siempre fue la misma: “Robert Johnson hizo el trueque y se convirtió en el músico más grande de su tiempo” y aunque el pacto solo duro seis años, -tras los cuales el diablo, acreedor e inflexible, vino a reclamar su deuda-  la imagen de quienes lo llegaron a ver, contaron,  que una especie de halo mágico le hacía acompañar en cada lugar que se propusiera tocar.



EL CONTEXTO LITERARIO DE SUS LETRAS



Robert Johnson nunca intento desmentir la leyenda y ésta se vio acrecentada por las referencias al Maligno presentes  en algunas de sus letras, especialmente en   “Me and the devil blues” que al pie dice:

  
 “Esta mañana temprano llamaste a mi puerta,
   Esta mañana temprano llamaste a mi puerta,

   Y yo dije: Hola soy Satán, ha llegado la hora de partir”



Esto, sin lugar a dudas, reforzó el estrecho lazo entre la leyenda, el mito y el músico pues ya han sido setenta y cuatro años de su muerte y la historia aun sigue latente, generando así  una gran controversia entre la realidad o el mito.

Hoy por hoy, aunque a nivel popular esta canción, al igual que la de “Crossroad blues” se suelen interpretar de una forma literal como piezas de su historia, más bien tratan y reflejan la angustia de sentirse perseguido por el infortunio así como del mal que habita en todo ser humano. Robert Johnson expresaba sus angustias y preocupaciones a través de la música pues su infancia había sido dura; a los 19 años había muerto su primera mujer mientras daba a luz, llevándose a su hijo con ella y años después, según investigaciones, la impotencia lo persiguió como un hechizo maligno, algo que puede notarse en sus letras.

Es así que, si bien es cierto que sus letras pueden ser interpretadas como  piezas intrínsecas de la  leyenda, también es cierto que pueden solo ser  el reflejo de la angustiante vida que atravesó.

 Los textos de sus canciones son hoy hitos en la poesía popular estadounidense y su universo lírico es tremendamente novedoso, aún basándose en el folklore tradicional norteamericano. Sus precisas imágenes poéticas, sugieren misteriosas sensaciones arquetípicas que llegan a todo ser humano por universales y primitivas.

Johnson hablaba explícitamente de sexo, mezclándolo con la religión y el folklore sureño. Cantaba sobre la fugacidad de las relaciones humanas, el vagabundeo propio de esos años de crisis económica y éxodos masivos, y sobre todo, de su peculiar relación con Satanás. En canciones como “Me and the Devil Blues” o “Crossroads Blues” da la impresión de que realmente conoció al ángel caído esa noche.



EL LEGADO


Plasmando de una manera metafórica sus temores y aprovechando  la buena fortuna de haberle sido colgada tan grandiosa historia,  entre 1936 y 1937 tras haber sido descubierto por un promotor musical al término de uno de sus  conciertos, grabo sus dos únicos discos agregando así 29 canciones que fueron grabadas en 5 sesiones. Las primeras, en San Antonio (Texas) los días 23, 26 y 27 de noviembre de 1936, y las segundas en Dallas (Texas) el 19 y 20 de junio de 1937.

Los temas fueron recopilados y publicados en todo el mundo en los años 60 trastocando a toda una generación de músicos británicos (Jagger, Clapton, Richards, Page, Winwood), que basarían en ellas su música, aunque mucho antes ya eran conocidos y versionados por músicos de la talla de Muddy Waters.

Caso paradigmático es el de Eric Clapton, que lo pasó realmente mal para intentar reproducir la música de otro planeta de Johnson, y que afirmó necesitar un año entero para realizar una versión digna de canciones como “Hellhound on my Trail” o su gran canción talismán con Cream, la genial “Crossroads Blues”. Siendo esta última, la melodía más controversial como parte esencial del mítico relato de la vida de Robert Johnson.




LA ANECDOTA



Una anécdota narra que Robert hizo las grabaciones  con su guitarra Gibson medio destruida  de la que no se separaba jamás, y de cara a la pared. Los directivos del estudio corrieron el rumor que era para que no le vieran los ojos poseídos al momento de cantar, aunque algunos músicos lo atribuyen a que la acústica así era mejor. Esto y el hecho de que  algunos conocidos le atribuyeran extraordinarias habilidades, como por ejemplo, el suceso de que tras una tarde de charla, con la radio de fondo y Robert sin prestar atención a la música, era capaz al día siguiente de reproducir cada canción por orden y nota por nota.



LA PARTIDA



No existe prueba documentada ni fidedigna de cuál fue la verdad sobre la muerte de Robert Johnson pues hasta sobre su tumba existe duda, ya que existen tres en las que supuestamente sus restos descansan.

Infinidad de relatos se han escuchado Algunos de ellos hablan sobre el hecho de que fue una venganza  tras haber seducido a la mujer del dueño del local donde tocó esa noche, el “Tree Forks” algunos otros narran que fue una mujer celosa la que lo enveneno y algunos otros afirman  que murió ladrando como un perro.






Lo cierto es que con apenas 27 años de edad, los mismos que extrañamente tenían al morir otras grandes genialidades musicales como Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y ahora en nuestros tiempos la mismísima Amy

Winehouse; Robert LeRoy Johnson partió de este mundo mortal para agregarse definitivamente en la inmortalidad de la leyenda.



¿Realidad, leyenda o mito?  Creo que algo de las tres hicieron de Robert LeRoy Johnson el mejor guitarrista de blues de todos los tiempos y no por nada se le conoce desde aquel entonces como “The king of the Delta Blues”



Articulo publicado por:

Aurelio Pacheco Sanabria

Investigador, Columnista, literato, compositor y ejecutante de blues delta.

Fundador del espacio web “The old school blues Mèxico”





2 comentarios:

  1. EXCELENTE PÁGINA!!!!!!!!!!

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  2. MUCHAS GRACIAS AMIGO. FELICIDADES PUES HAS DADO EL PRIMER PASO A ESTE MARAVILLOSO MUNDO DEL BLUES DE LA VIEJA ESCUELA. MANTENTE EN CONTACTO PUES ABRÀ COSAS MARAVILLOSAS QUE SOLO PODRAS ENCONTRAR AQUI EN "THE OLD SCHOOL BLUES MEXICO"

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