A 74 años de su
desaparición parece que el tiempo, en
lugar haberlo hecho olvidar, lo llevó a la inmortalidad. Para la gran mayoría su
legado hizo que la historia musical tomara un rumbo que definitivamente no podía
ser concebido para su época y mucho menos que llegara a trascender con la
fuerza con la que ahora es conocido.
La vida y
habilidades de algunos grandes músicos tienen como trasfondo leyendas que
explicarían porque llegaron a estar en ese firmamento de estrellas elegido solo
para unos pocos.
Estas
leyendas han sido parte esencial de muchos y han logrado, en muchos casos, ser
el trampolín para el éxito aunque el valor real del personaje no se vea
reflejado tras la leyenda. Pero
este no es el caso nos ocupa en esta ocasión, sino por el contrario, aquí la
leyenda es respaldada por un completo, complejo y elaborado sistema de ejecución del personaje.
Sin lugar
a dudas ya se habrán dado cuenta de a quién nos referimos pues este es el caso
de uno de los mejores guitarritas y cantante de blues de todos los tiempos,
cuya leyenda nos habla de alguien que efectúa un pacto con las fuerzas ocultas
y demoniacas vendiendo su alma a cambio de tocar la guitarra como nadie antes
había imaginado.
LA
HISTORIA
Robert
LeRoy Johnson nació en 1911 en Hazlehurst, al sur del estado de Missisipi,
nació fruto de una relación esporádica, y Robert tardó años en saber su
verdadero apellido. Fue el undécimo hermano de una familia negra en una
época y lugar muy complicados para alguien de color.
La música
comenzó a atraerle a una edad temprana y comenzó a tocar la guitarra y la armónica
y a faltar a la escuela, y un problema de la vista fue excusa para que abandonara
las clases definitivamente y se centrara en la música, en la que era más bien
mediocre, por lo que quienes lo
conocieron en ese entonces le sugirieron que ocupara su tiempo en otra
actividad pues no tenia lo necesario para destacar.
Decepcionado
de su situación y con la firme ambición
de llegar a ser el conocido por su pasión musical, Robert Johnson
emprende una búsqueda hacia lo que jamás pensó podría alcanzar.
A ciencia cierta, se dijo en aquel entonces
que no existió ninguna prueba de a donde se dirigió, pero lo
que es un hecho es que en 1931 abandono Robinsonville de forma inesperada y
misteriosa y un año después a su regreso, una extraordinaria magia
acompañaba sus manos al momento de tocar.
Hay quienes aseguran fue al
mismísimo demonio al que había encarado para adquirir tan fascinante
estilo musical e incluso su antiguo mentor Son House llego a exclamar, ante la soberbia
prodigiosidad adquirida: “Ha vendido su alma al diablo para tocar así”.
Lo cierto –aun
que no es muy placentero oír para quienes gustan de este tipo de leyendas- es que
en realidad Robert Johnson había estado en una localidad cercana,
perfeccionando su técnica junto a otro bluesman reputado de la zona, Tommy
Johnson; pero ante su aprendizaje y la gran habilidad adquirida no falto quien
apoyara la leyenda del cruce de caminos.
LA LEYENDA
Como se
dijo al principio las leyendas suelen ser parte esencial de muchos y para la
época en la que Robert Johnson vivió, no pudo faltar un mejor momento pues se
conocía de la fascinante leyenda que en los cruces de caminos el Demonio
instala su mercadillo de destrezas musicales y por el módico precio de un alma
te enseña a hacer llorar a tu guitarra hasta que se ilumine con fuego.
La rica
mitología del sur de los Estados Unidos en esos años de depresión explicó el
fenómeno de la siguiente manera: “En una noche de luna llena, cuando sonaron
las 12 campanadas de medianoche, Johnson vendió su alma al diablo en el cruce
de la autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Misisipi). A cambio, Lucifer le
entregó el don de interpretar el blues mejor que nadie”.
Este mítico
relato no pudo haber llegado en un mejor momento pues a quien le preguntaran, la respuesta siempre fue la misma: “Robert Johnson
hizo el trueque y se convirtió en el músico más grande de su tiempo” y aunque
el pacto solo duro seis años, -tras los cuales el diablo, acreedor e inflexible,
vino a reclamar su deuda- la imagen de
quienes lo llegaron a ver, contaron, que
una especie de halo mágico le hacía acompañar en cada lugar que se propusiera
tocar.
EL
CONTEXTO LITERARIO DE SUS LETRAS
Robert
Johnson nunca intento desmentir la leyenda y ésta se vio acrecentada por las
referencias al Maligno presentes en
algunas de sus letras, especialmente en “Me and the devil blues” que al pie dice:
“Esta
mañana temprano llamaste a mi puerta,
Esta mañana temprano llamaste a mi puerta,
Y yo
dije: Hola soy Satán, ha llegado la hora de partir”
Esto, sin lugar a dudas,
reforzó el estrecho lazo entre la leyenda, el mito y el músico pues ya han sido
setenta y cuatro años de su muerte y la historia aun sigue latente, generando así una gran controversia entre la realidad o el
mito.
Hoy por hoy, aunque a nivel
popular esta canción, al igual que la de “Crossroad blues” se suelen interpretar
de una forma literal como piezas de su historia, más bien tratan y reflejan la
angustia de sentirse perseguido por el infortunio así como del mal que habita
en todo ser humano. Robert Johnson expresaba sus angustias y preocupaciones a
través de la música pues su infancia había sido dura; a los 19 años había
muerto su primera mujer mientras daba a luz, llevándose a su hijo con ella y
años después, según investigaciones, la impotencia lo persiguió como un hechizo
maligno, algo que puede notarse en sus letras.
Es así que, si bien es cierto
que sus letras pueden ser interpretadas como piezas intrínsecas de la leyenda, también es cierto que pueden solo
ser el reflejo de la angustiante vida
que atravesó.
Los textos de sus
canciones son hoy hitos en la poesía popular estadounidense y su universo
lírico es tremendamente novedoso, aún basándose en el folklore tradicional
norteamericano. Sus precisas imágenes poéticas, sugieren misteriosas
sensaciones arquetípicas que llegan a todo ser humano por universales y
primitivas.
Johnson hablaba explícitamente
de sexo, mezclándolo con la religión y el folklore sureño. Cantaba sobre la
fugacidad de las relaciones humanas, el vagabundeo propio de esos años de
crisis económica y éxodos masivos, y sobre todo, de su peculiar relación con
Satanás. En canciones como “Me and the Devil Blues” o “Crossroads Blues” da la
impresión de que realmente conoció al ángel caído esa noche.
EL LEGADO
Plasmando de una manera metafórica sus temores y aprovechando la buena fortuna de haberle sido colgada tan grandiosa historia, entre 1936 y 1937 tras haber sido descubierto por un promotor musical al término de uno de sus conciertos, grabo sus dos únicos discos agregando así 29 canciones que fueron grabadas en 5 sesiones. Las primeras, en San Antonio (Texas) los días 23, 26 y 27 de noviembre de 1936, y las segundas en Dallas (Texas) el 19 y 20 de junio de 1937.
Los temas fueron recopilados y
publicados en todo el mundo en los años 60 trastocando a toda una generación de
músicos británicos (Jagger, Clapton, Richards, Page, Winwood), que basarían en
ellas su música, aunque mucho antes ya eran conocidos y versionados por músicos
de la talla de Muddy Waters.
Caso paradigmático es el de Eric
Clapton, que lo pasó realmente mal para intentar reproducir la música de otro
planeta de Johnson, y que afirmó necesitar un año entero para realizar una
versión digna de canciones como “Hellhound on my Trail” o su gran canción
talismán con Cream, la genial “Crossroads Blues”. Siendo esta última, la melodía
más controversial como parte esencial del mítico relato de la vida de Robert
Johnson.
LA ANECDOTA
Una anécdota narra que Robert
hizo las grabaciones con su guitarra
Gibson medio destruida de la que no se
separaba jamás, y de cara a la pared. Los directivos del estudio corrieron el
rumor que era para que no le vieran los ojos poseídos al momento de cantar,
aunque algunos músicos lo atribuyen a que la acústica así era mejor. Esto y el
hecho de que algunos conocidos le atribuyeran extraordinarias
habilidades, como por ejemplo, el suceso de que tras una tarde de charla, con
la radio de fondo y Robert sin prestar atención a la música, era capaz al día
siguiente de reproducir cada canción por orden y nota por nota.
LA PARTIDA
No existe prueba documentada ni
fidedigna de cuál fue la verdad sobre la muerte de Robert Johnson pues hasta
sobre su tumba existe duda, ya que existen tres en las que supuestamente sus
restos descansan.
Infinidad de relatos se han
escuchado Algunos de ellos hablan sobre el hecho de que fue una venganza tras haber seducido a la mujer del dueño del
local donde tocó esa noche, el “Tree Forks” algunos otros narran que fue una
mujer celosa la que lo enveneno y algunos otros afirman que murió ladrando como un perro.
Lo cierto es que con apenas 27
años de edad, los mismos que extrañamente tenían al morir otras grandes
genialidades musicales como Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt
Cobain y ahora en nuestros tiempos la mismísima Amy
Winehouse; Robert LeRoy Johnson
partió de este mundo mortal para agregarse definitivamente en la inmortalidad
de la leyenda.
¿Realidad, leyenda o mito? Creo que algo de las tres hicieron de Robert LeRoy
Johnson el mejor guitarrista de blues de todos los tiempos y no por nada se le
conoce desde aquel entonces como “The king of the Delta Blues”
Articulo publicado por:
Aurelio Pacheco Sanabria
Investigador, Columnista, literato,
compositor y ejecutante de blues delta.
Fundador del espacio web “The old school blues Mèxico”
EXCELENTE PÁGINA!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS AMIGO. FELICIDADES PUES HAS DADO EL PRIMER PASO A ESTE MARAVILLOSO MUNDO DEL BLUES DE LA VIEJA ESCUELA. MANTENTE EN CONTACTO PUES ABRÀ COSAS MARAVILLOSAS QUE SOLO PODRAS ENCONTRAR AQUI EN "THE OLD SCHOOL BLUES MEXICO"
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